Donald Horowitz sostiene que las normas jur??dicas solo funcionan cuando se insertan en un entorno institucional que les da viabilidad pr??ctica. El derecho, en este enfoque, no se limita a lo que est?? escrito, sino que requiere la existencia de condiciones reales que faciliten su aplicaci??n.
Y es que las leyes se cumplen, en muchos casos, no porque exista un aparato de sanci??n eficaz, sino porque el contexto lo permite. Un ejemplo claro es el uso de software legal. Muchos dejamos de utilizar programas piratas no por miedo a sanciones penales, sino porque comenzaron a aparecer opciones legales que realmente pod??amos pagar. Antes, una licencia de software pod??a costar lo mismo que un salario m??nimo mensual en Colombia, lo que la volv??a inalcanzable para la mayor??a. Hoy, en cambio, existen versiones gratuitas y acuerdos institucionales que permiten el acceso legal a estudiantes, empresas peque??as y universidades que han facilitado el uso leg??timo sin afectar tanto el bolsillo. La legalidad dej?? de ser un lujo y se convirti?? en una opci??n razonable.
Algo similar ocurri?? con el comercio. Muchos consumidores dejaron de comprar en San Andresito, no por un repentino despertar tributario, sino porque el comercio formal mejor?? en precio, calidad y servicio. La decisi??n de cumplir la ley, en estos casos, se volvi?? una opci??n con sentido porque el entorno lo hizo posible.
Las leyes no se legitiman por el solo hecho de existir, sino por su coherencia con las condiciones institucionales que permiten cumplirlas.
El sistema tributario ilustra con claridad el desfase entre norma y realidad. El cumplimiento de las obligaciones fiscales se ve dificultado no solo por la complejidad del sistema, sino por la falta de claridad de las interfaces y la ca??da recurrente de plataformas digitales en fechas clave haciendo que la legalidad sea desaf??o t??cnico antes que una decisi??n ??tica.
La distancia entre la norma y la realidad se observa tambi??n en el caso del emprendimiento. Por un lado, se promueve el discurso de que hay que fomentar la iniciativa empresarial, pero, por otro, la realidad es que poner en marcha en nuestro pa??s un negocio legal es, en muchos casos, una carrera de tr??mites engorrosos.
Las leyes no se legitiman por el solo hecho de existir, sino por su coherencia con las condiciones institucionales que permiten cumplirlas. De poco sirve seguir produciendo normas si no existe la voluntad ni la capacidad para aplicarlas de forma efectiva.